viernes, diciembre 25, 2009

Rafael Caldera, adiós a un demócrata

Cuando se escriba la historia de la democracia en Venezuela, los nombres de Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera deberán ocupar lugares estelares, con sus altas y con sus bajas, pues al final, los políticos son seres humanos, también, con virtudes y defectos. Por eso, al recibir ayer la noticia del fallecimiento de Rafael Caldera, Ex-presidente de Venezuela, reconozco que Venezuela ha perdido a uno de los constructores de su democracia, particularmente aquél país que siempre fue admirado por todos los latinoamericanos, y que siempre estuvo presente y solidario con las causas democráticas de América.

Siempre he creído que los políticos no pueden ser juzgados por determinados hechos aislados en sus vidas, sino por su trayectoria completa de aportes a la democracia. Caldera le correspondió vivir dos etapas, como presidente de Venezuela, en épocas diametralmente distintas. Cuando fue presidente de Venezuela en la década de los setenta, le correspondió vivir los años dorados. No así, cuando ejerció la presidencia en la década de los noventa, cuando ya el país comenzaba a mostrar síntomas de cansancio sobre los partidos políticos tradicionales, y tuvo que indultar al entonces ex-coronel Hugo Chávez, quien había sido acusado y detenido de golpe de estado. Al indultarlo, Caldera le abrió el paso a Chávez, y ya la historia es conocida.

Político, de alto talante democrático, y jurista especialista en derecho laboral, con grandes aportes a la bibliografía jurídica latinoamericana, Caldera es un símbolo de la democracia venezuela. Y ha muerto como mueren los grandes, con la dignidad en alto. Su familia ha rechazado los funerales oficiales por parte del actual gobierno venezolano. Descanse en paz, don Rafael.

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