viernes, junio 18, 2010

Lluvia de abogados

El derrame de petróleo en el Golfo de México no solo ha obligado la atención del gobierno de los Estados Unidos de América en el peor desastre ecológico en los últimos veinte años. Ha provocado tambien, literalmente, una lluvia de abogados, es decir, profesionales del derecho que se han mudado específicamente a las ciudades afectadas por el derrame y que están en la costa del Golfo de México, ofreciendo sus servicios, creando estrategias de captación de clientes (como ésta y ésta), y formando alianzas con otras firmas de abogados, radicadas en distintas localidades.

Lo que mueve a tantos abogados es lógicamente obtener la representación legal para iniciar demandas tipo class action, es decir, una demanda, donde un gran grupo de personas colectivamente presenta una reclamación ante el tribunal, y/o una misma categoría de personas o entidades jurídicas están siendo demandados. Para este caso, habría que categorizar los distintos tipos de daños, pues no es lo mismo representar a los once fallecidos en la explosión del Deepwater Horizon, que asumir la representación de los pescadores de Louisiana que ya no pueden pescar donde siempre lo hacían, o que obtener la representación de la asociación de restaurantes de una de las ciudades de la Costa, que no recibirá la clientela que tenía antes dado que, por ejemplo, la playa está afectada por el derrame.

No se vaya a creer que todo es color de rosa. Conseguir la representación legal para un class action requiere arduo sacrificio y muchas horas de dedicación, pues la competencia es fuerte. Normalmente, en estos casos, lo común, es que los honorarios del abogado se convienen mediante un acuerdo de contingencia (contingency fee), en el que el abogado obtendrá un porciento de las sumas que efectivamente reciban sus clientes, al final del proceso. Se requiere tener paciencia, persistencia y profesionalidad, como en la película A Civil Action.

Demandar a la British Petroleum, que ya ha hecho separado un fondo de US$20 Billones para atender los reclamos generados por el derrame, es un atractivo enorme para los abogados. Pero también es un desafío, un reto. La BP tendrá también muy buenos abogados. De igual manera, el litigio es de resistencia, es decir, tomará años, tal como sucedió con la transacción del Exxon Valdez, que concluyó quince años después de la catástrofe. Hay que prepararse, por lo tanto, para una batalla legal, larga y agresiva, que marcará precedentes importantes en el derecho americano.

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