domingo, agosto 22, 2010

Disney, La 'vogue' y... la política, claro.

El temor a que el ratoncito Disney terminara en el dominio público provocó que Estados Unidos extendiera a 95 años su protección a partir de la muerte de su autor. Esto no fue por el deseo de los legisladores norteamericanos de proteger, por amor al arte, a uno de los íconos del imperio. El motor de esta reforma fue la industria cinematográfica que, sin lugar a dudas, es una de las principales lobistas en Washington. Obviamente, no me opongo a que Disney, ni el autor de obras creativas, tenga su protección. Al contrario, esta disposición que, incluso existe en mi país, al igual que en muchas legislaciones, lo que hace es que establece claramente lo que se puede o no se puede hacer en materia de copyright o derechos de autor. Dicho de otra manera, nadie puede apropiarse o usar el ratoncito de Disney, con fines lucrativos, hasta que esté en el dominio público.

Esa es más o menos la esencia de esa protección. Pero, ahora, el Congreso americano quiere proteger un área que, hasta ahora, había permanecido intocable, la de la moda, o la vogue, o como suena mejor, la fashion. La propuesta procura que aquellos diseños de modistas reconocidos no puedan ser "copiados" o "reproducidos" por diseñadores de menos reputación, los cuales lo venden a precios más razonables y accesibles, que había permanecido sin ningún tipo de limitación. El motor detrás de esta reforma es la industria lobista, representada por éste y por éste. La propuesta procura prohibir que durante 3 años, nadie pueda diseñar vestidos similares a los de los famosos diseñadores aunque sea con marcas distintas. Es el fundamentalismo de la propiedad intelectual.

Hay una delgada línea roja que separa las falsificaciones y los productos originales. Una cartera falsa marca Louis Vutton es violar su propiedad intelectual. Ahora, una cartera que tenga un diseño similar al de Louis Vutton, sin tener su marca ni logo, no es una violación a su propiedad intelectual. Esta ultima propuesta pretende también hacer ilegal lo anterior. Es un absurdo que, de implementarse, afectará a miles de empresas pequeñas que se dedican legítimamente a ello.

Anticipo que esa propuesta será aprobada en el Congreso americano. Se han unido el lobby americano e importantes legisladores democrátas y republicanos. Ya veo al Representante de Comercio de los Estados Unidos, impulsando modificaciones a los tratados de libre comercio para también extender esa extensión en otros países. Es impresionante, la industria de la propiedad intelectual no se conforma con el ratoncitod de Disney, ni con las descargas por internet, y ahora quiere también monopolizar los diseños de la moda. En esa línea, estaré en la acera de enfrente.

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