domingo, enero 02, 2011

Dilma y Lula, el dúo dinámico



Ayer, fue un día histórico para Brasil, mi segundo hogar: Dilma Rousseff se convirtió en la primera mujer en ser juramentada como presidenta de Brasil, un hecho sin precedentes, en el país más grande y poblado de América Latina. Pero, la ceremonia de traspaso de mando presidencial fue única, consistente en tres fases, dos oficiales, y una de carácter político:

Lo primero que me llamó la atención fue la particularidad de que el discurso de toma de posesión de la presidenta Dilma fue, como es habitual, en el Congreso Nacional, en presencia de los legisladores e invitados internacionales. Allí, reitero, hubo gratitud y reconocimiento hacia el presidente Lula: "Vengo aquí a honrar su Gobierno". A diferencia de otros países, este acto no incluyó el traspaso de la banda presidencial.

Lo segundo fue que el acto del traspaso de la banda presidencial fue en el Palacio Presidencial de Planalto en Brasilia. Ahí, le esperaba Lula, y en presencia de una multitud, en un acto muy emotivo, le colocó la banda presidencial a la presidenta Dilma. Hubo lágrimas de alegría y de emoción.

Lo tercero fue el acto de recibimiento de Lula en Sao Paulo. Viajó desde Brasilia en el avión presidencial, y fue recibido por una multitud al frente de su casa, en un ambiente de fiesta. Sus palabras fueron conmovedoras: "El hecho de haber dejado la presidencia de la República no significa que no voy a hacer política. Quiero continuar ayudando a la compañera Dilma. Cuando ella me convoque, la voy a ayudar".

De las declaraciones de ambos, de Dilma y de Lula, queda claro que se ha conformado un dúo dinámico. Dilma, sin lugar a dudas, ejercerá la presidencia de Brasil con total autonomía, pero sabe que tiene, en la reta guardia, la experiencia y la popularidad de Lula, que seguirá de su lado, que la ayudará, que la asistirá, y que incluso, la representará en ocasiones especiales, sobre todo en el plano internacional. Es un dúo dinámico, único en la política, que rendirá resultados y beneficios importantes no solo para Brasil, sino para el mundo.

No puedo concluir este apunte sin lamentar que la política exterior dominicana ha quedado otra vez mal parada ante Brasil. A diferencias de los principales países que tienen relaciones con Brasil, cuyos representantes fueron los Jefes de Estado y de Gobierno, o los ministros o secretarios de relaciones exteriores, el gobierno dominicano brilló por su ausencia al no estar representado ni por el presidente, ni el vicepresidente ni el ministro de relaciones exteriores. Una omisión ante un país que, como Brasil, es y ha sido generoso con República Dominicana.

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