
Gracias a la gentil invitación del colegio
The Community for Learning, ayer viví una extraordinaria experiencia. Los alumnos del último grado de bachillerato y su profesor de Ciencias Sociales, me invitaron para hablar sobre el período constitucional 1982-1986, etapa en que mi padre ejercició la Presidencia de la República, tema que, confieso, pocas veces he tenido la ocasión pública de referirme exclusivamente a él.
Tal como les dije a los estudiantes, lo haría desde mi óptica, de la de una persona que, cuando mi padre era Presidente, tenía catorce años de edad, y que lo que he aprendido de su administración, ha sido por conversaciones con él, con mi madre, y luego de largas horas de lectura de documentos, recortes de prensa y discursos, y claro, después de haber vivido procesos muy dolorosos, de los cuales he aprendido numerosas lecciones.
Que les daría mi valoración, pero desde mi perspectiva, como hijo de mi padre. Igual que, como si a ellos, alguien les preguntare sobre las actividades de sus padres.
Les narré las circunstancias en cómo llegué en el 1978 a vivir en Santo Domingo, cuando mi padre fue electo Senador por el Distrito Nacional, en la boleta del Partido Revolucionario Dominicano; luego la campaña y la elección de mi padre como Candidato Presidencial; su elección como Presidente de la República el 16 de mayo de 1982; su juramentación como Presidente el 16 de agosto de 1982; el contexto internacional y nacional en que se desarrolló su Presidencia; sus metas y sus logros; las dificultades que vivió; y su vida, después del 16 de agosto de 1986; las persecuciones judiciales con fines políticos; el tiempo que estuvo en la cárcel, en 1991, y cómo en medio de estas dificultades me gradué Summa Cum Laude como Licenciado en Derecho; y luego el descargo judicial en el 2001. Les hablé también de su vida actual, ya retirado de la actividades públicas.
Les recomendé que leyeran a historiadores, como Frank Moya Pons, que su obra Manuel de Historia Dominicana, contiene una actualización de últimos gobiernos del país, incluyendo al de mi padre. Creo que su narración de los hechos y sus valoraciones son las más ajustadas a la verdad.
Fue muy enriquecedora experiencia, sobre todo escuchar sus preguntas, comentarios y opiniones. Es importante que nuestros estudiantes sobre todos aquellos que, por razones de edad, nacieron en la década de los ochenta, o con posterioridad a ella, y que no vivieron esta época, tan poco conocida, puedan hurgar más en la historia de nuestro país, y conozcan a los hombres y a las mujeres que han contribuido en la construcción de la democracia, desde 1961 hasta la fecha. Felicito esta iniciativa de esta institución educativa.
Finalizo, compartiendo con ustedes, mi respuesta ante la pregunta de cómo definiria a mi padre: "Mi padre fue y es un demócrata, orgulloso de haber ejercido la posición privilegiada de Presidente de la República, y de haber contribuido con la transición democrática del país, con su fe inquebrantable en el presente y en el futuro de nuestra Nación".
Al concluir, les mostré a los estudiantes, previo permiso de mi padre,
la banda presidencial que usó cuando se juramentó como Presidente de la República, y
el Gran Collar de la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, que solo usan quienes han sido electos como Presidente de la República. De igual manera, en su nombre, donamos una colección de sus obras completas para la biblioteca del colegio.