Por estas latitudes, quizás por el calor del Mar del Caribe, la palabra austeridad ha venido a ser un concepto utilizado por el gobierno, siguiendo la tónica mundial, pero sin mayores resultados. Recuerdo que la última vez que el gobierno oficialmente la utilizó en una ley hace un par de años, la misma resultó inaplicable por el propio gobierno, sin que ninguna autoridad hiciera absolutamente nada para exigir su implementación. De ahí es que cuando leo lo que está sucediendo en Francia, en donde el gobierno está estableciendo ejemplos de austeridad, es un indicador de que la clave está en la voluntad política que debe primar desde quien gobierna un país. El presidente Sarkozy acaba de cancelar la fiesta que habitualmente se hacía en los jardines del Palacio del Eliseo para festejar el 14 de julio, fiesta nacional de Francia. Igualmente, ha exigido de sus ministros reducir sus gastos, como por ejemplo, el ministro que gastó 142,000 dólares al rentar un avión para ir a una conferencia sobre Haití en la isla de Martinica, o al que compró 15,000 dólares en cigarros cubanos, o al ministro que reservó una habitación a razón de 800 dólares la noche en un hotel en Africa del Sur para ver el Mundial del Fútbol.
Eso es lo que ha faltado en nuestro país, determinación y firmeza para terminar con los gastos excesivos de quienes ocupan puestos públicos. Las historias de estos gastos están registradas en la extraordinaria vida de lujo que llevan gran parte de los funcionarios del gobierno, con la ostentación que hacen cuando almuerzan o cenan en los restaurantes, o en sus potentes villas en distintos lugares del país, en un claro contraste con la realidad socio económica que vive el país, reflejada en los graves y delicados números de las finanzas públicas. Necesitamos, por lo tanto, la fortaleza de las instituciones francesas para imponer la austeridad, no en palabras, sino en hechos.
jueves, julio 01, 2010
Austeridad a lo francés
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