La experiencia que acumula un presidente de una nación es inigualable. Más, si se trata del presidente de los Estados Unidos de América, la nación más poderosa del mundo. Barack Obama asumió la presidencia en enero de 2009 con muchas expectativas, bajo aquella palabra que circuló por todo el mundo, Hope. El día de su histórico triunfo, en noviembre de 2008, pronunció un discurso que produjo ese efecto. El Obama de hoy es un Obama más maduro que reconoce que no podrá cumplir con todas las expectativas creadas. Dice con mucha seguridad que al asumir la presidencia, estaba consciente de que "debíamos hacer lo correcto, aunque en el corto plazo fuere impopular".
Él sabe que a partir de los resultados de las elecciones de noviembre de este año, se inicia la segunda fase de su mandato. El Obama 2.0, como algunos indican. Una etapa que será difícil. Casi todo su entorno de confianza estará fuera de la Casa Blanca, unos ocupando posiciones electivas, y otros trabajando en su proyecto reeleccionista (solo tiene derecho a una reelección consecutiva). Y si las cosas siguen como va, la mayoría en el Congreso le corresponderá al Partido Republicano, lo que significa que su agenda legislativa tendrá tropiezos.
Obama ha aprendido la lección. El poder desgarra. El poder aisla. El poder permite conocer a cada ser humano. Lo que Obama nunca puede permitir es que el poder lo obnubile, lo ciegue, como ocurre en otras latitudes. En Education of a President, Peter Baker, corresponsal de The New York Times, ha hecho el mejor análisis sobre la presidencia de Obama. Estoy seguro que el Obama 2.0 superará los retos y desafíos del porvenir.
sábado, octubre 16, 2010
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