
El triunfo de Dilma Rousseff confirma que las sucesiones en democracia son tan válidas como el liderazgo mismo. Fue la señalada por Lula, desde el primer día, y nunca le quitó su apoyo, y estuvo junto a ella, en los momentos más difíciles. Es de los pocos casos en política en que el líder y la delfín estuvieron juntos, pero no se produjo sombra ni absorción de un lado ni de otro. El pueblo brasileño votó por ella, y de una manera, contundente. Obviamente, Dilma es el legado de Lula. Si Dilma perdía, la derrota era de Lula. El reto de Dilma está, por lo tanto, muy claro: Continuar el trabajo de Lula. Para el día de su toma de posesión, el 1 de enero de 2011, recibirá a Brasil, en su máximo punto de prestigio y reputación internacional. En otro apunte, abordaré el complejo arte de gobernar en Brasil.
2 comentarios:
Sera interesante este nuevo,mandato en
Brasil.
Brasil empieza una nueva etapa
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