"Experiencias tan duras como ésa confirmaban su muy antigua certifidumbre de que el enemigo más temible estaba dentro de uno mismo en la confianza del corazón, que los propios hombres que él armaba y engrandecía para que sustentaran su régimen acaban tarde o temprano por escupir la mano que les dedaba de comer, él los aniquilaba de un zarpazo, sacaba a otros de la nada, los ascendía a los grados más altos señalándolos con el dedo según los impulsos de su inspiración, tú a capitan, tú a coronel, tú a general, y a todos los demás a tenientes, qué carajo, los veía crecer dentro del uniforme hasta reventar las costuras, los perdía de vista, y una casualidad como el descubrimiento de dos mil niños secuestrados le permitía descubir que no era sólo un hombre el que le había fallado sino todo el mando supremo de unas fuerzas armadas..."
Gabriel García Márquez en el otoño del patriarca, páginas 171 y 172.
viernes, febrero 11, 2011
Mubarak, le llegó su otoño al patriarca
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