Egipto ha dado el paso, esperado, y necesario, como sucede con el fin de las dictaduras. Los tribunales han ordenado la remoción de todos los retratos y letreros que tengan el nombre o la foto del expresidente Hosni Mubarak de todas las instituciones públicas. Todos los honores y reconocimientos que recibió durante su mandato se han convertido en rechazo popular a todo lo que huela su nombre. A diferencia de otras dictaduras, en donde el dictador se exiliaba o fallecía, Mubarak, está en Egipto, siendo investigado judicialmente, por lo que le está tocando ser protagonista de cómo su pueblo pone fin a su ubicuidad.
Mientras Trujillo, Franco y Somoza no pudieron ver cómo sus pueblos se levantaron luego de años de férreas y sangrientas dictaduras, Mubarak transitará la historia de Pinochet, aunque guardando las distancias. Mientras en Chile, hubo una transición ordenada en la que Pinochet mantuvo por años el control militar, aunque el poder político fue conquistado por la democracia, y hoy día Chile es un extraordinario ejemplo. Por su parte, en Egipto, la revolución convirtió a Mubarak desde un dictador todopoderoso a un expresidente detenido e investigado. Dudo que Mubarak tenga la fortaleza para resistir lo que le viene encima. Resistir el peso de la ley nunca estuvo ni está en el pensamiento del dictador. Ser igual entre iguales nunca ha estado en su personalidad. Los dictadores siempre son dictadores, aunque no tengan poder. Su suerte fue marcada cuando el Ejército egipcio apoyó la revolución que le derrocó, por la vía pacífica. Por lo tanto, Mubarak no tiene hoy día peso político. Así ha concluido y concluirá quien gobernara Egipto por más de treinta años. Ha triunfado la democracia.
sábado, abril 23, 2011
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