domingo, mayo 10, 2009

Sergio Ramírez sobre Haití (y República Dominicana)


Siempre he respetado y admirado a Sergio Ramírez, el destacado político y escritor nicaragüense, que ha publicado hoy en El País Semanal, el artículo titulado Testigo del horror: la piedra bajo el sol. Se trata de un testimonio sobre la realidad que padecen países que viven sometidos a la inestabilidad política, correspondiéndole en esta oportunidad a Haití.

Cuando lo comencé a leer, pensaba que era un reportaje sobre la situación que se vive en Haití, la cual siempre es y será noticia, y tal como dije ayer, nadie puede permanecer indiferente. Pero, cuando ya iba casi terminando la lectura, me encuentro con que Ramírez hace unas afirmaciones hacia la República Dominicana que, aún cuando sea sobre la base de fuentes recogidas en la entrevista, el escritor nicaragüense debió, al menos, obtener una reacción de parte de las autoridades dominicanas, o si no, de escritores o historiadores dominicanos. Estas son las afirmaciones de Ramírez, seguidas de un breve comentario:

1.- "Los haitianos que viven en Jimaní y se dedican al comercio fronterizo son gente pacífica y trabajadora, contrario a la mala fama de vagos y pendencieros con que ha sido marcados en la República Dominicana". No es cierto que para los dominicanos, los haitianos tienen "mala fama de vagos y pendencieros". Al contrario, si hay una fuerza laboral que ha estado aumentando su presencia en la República Dominicana es la haitiana, la cual ha sido bienvenida en muchos hogares y negocios dominicanos, sobre todo en el área de la construcción. Claro, como sucede en todas las sociedades del mundo, hay casos excepcionales de haitianos, como de cualquier otra nacionalidad, que no representan dignamente a su país, por lo que es un error de Ramírez generalizar sobre una percepción que no se corresponde con la realidad.

2.- "La frontera es abierta y porosa, y las constantes deportaciones solo hacen que los deportados regresen días después, aunque ya no principalmente como braceros, porque hay menos plantaciones de caña y el corte está siendo mecanizado". Nuestro país, al igual que toda nación regida por leyes, tiene una normativa de migración. República Dominicana, por sí sola, no puede cargar con el peso que significa Haití. Las deportaciones, aunque odiosas, son un recurso legal que tiene que implementarse respetando el debido proceso de ley y los derechos de todos los involucrados. Es Haití, y también República Dominicana, ambas naciones, que tienen que reforzar la seguridad en la frontera.

3.- "Pero las dificultades siguen sin resolverse. Los niños de doble condición no pueden ser inscritos en el Registro Civil dominicano y quedan en tierra de nadie". Es una afirmación que debió estar acompañada de lo que dispone el Artículo 11 de la Constitución de la República Dominicana que otorga la nacionalidad dominicana a los hijos de extranjeros que viven legalmente en el país.

4.- "La madre que es haitiana no puede documentarse, y los niños no tienen derecho a atención médica de parte de la seguridad social, aunque el padre sea dominicano". Esta afirmación, tan absoluta, debió tener una reacción de parte de las autoridades dominicanas, además de que desconoce la realidad del sistema de protección social dominicano que es muy distinto al europeo.

El reportaje de Sergio Ramírez tiene otras menciones sobre República Dominicana, tal como que "el mercado fronterizo representa US$600 millones de dólares al año". Es un artículo que recomiendo su lectura, y que debe merecer la atención del gobierno dominicano a fin de que la Cancillería dominicana o la autoridad que el gobierno juzgue competente, emita una aclaración. Por la amplia difusión que tiene el País, en este caso, el País Semanal, por la calidad del autor, y por la importancia de su contenido, se impone una reacción oficial.

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