lunes, mayo 02, 2011

Después de Osama Bin Laden, ¿qué sigue?


La noticia cambió la tranquilidad del domingo por la noche. Osama Bin Laden, la persona más buscada en la lucha contra el terrorismo, fue ejecutado en un operativo de inteligencia por parte del gobierno de Estados Unidos de América en Abottabad, Pakistán. Casi diez años después de los hechos del 11 de septiembre de 2001, el objetivo central era logrado. Es la noticia principal en todos los diarios. El hecho amerita analizarlo desde tres ángulos:

Primero, para Estados Unidos de América, la muerte de Bin Laden constituye el más duro golpe de la lucha contra el terrorismo, a un alto costo político, económico, y evidentemente, humano. Es también una señal de poderío y reivindicación de las fallas de las estructuras de inteligencia que permitieron los atentados del 11 de septiembre. Igualmente, es el reflejo de una lucha coherente y persistente que la inició el presidente George W. Bush y que la siguió el presidente Barack Obama. Su discurso de anoche entra en la categoría de los discursos memorables de la historia:



La noticia se produce en un momento crucial de la vida americana, en donde el tema principal es la economía, por lo que, al menos en las dificultades, hay un momento para dejar de lado esas preocupaciones, y celebrar en unidad. Ahora bien, Obama debe completar pasos concretos, luego de la muerte de Bin Laden: Por un lado, debe anunciar el retiro de las tropas americanas en Afganistán, con un calendario firme y que se cumpla; y por otro lado, acelerar el cierre de la prisión de Guantánamo. Con esos dos pasos, Obama terminará de consagrarse como el presidente que terminó con el segundo Vietnam.

Para fines electorales, la noticia incrementará la popularidad del presidente Obama. Pero, a diferencia de otras experiencias en elecciones pasadas, la muerte de Bin Laden, por sí sola, no le garantiza éxito futuro en su reelección. Además de dar los pasos sugeridos anteriormente, Obama debe verse en el espejo de George H.W. Bush (Bush padre), quien fue exitoso en la primera guerra del Golfo Pérsico, pero que perdió la reelección, debido a que no se concentró en resolver los problemas de la economía americana. Estoy seguro que Obama lo sabe, y que no caerá en esa experiencia.

Segundo, Al-qaeda no termina con la muerte de Bin Laden. Indudablemente que la organización terrorista ha recibido un golpe devastador, pero no mortal. Desde que Bin Laden se escondió para evadir su captura, la organización se fragmentó, y por lo tanto, hay muchas células en distintos puntos de Africa y del Medio Oriente que responden a otros líderes. El futuro de Ayman al-Zawahri, el No.2 de la organización, es incierto; y luce que el liderazgo de la organización será asumido por Anwar al-Awlaki, sobre quien escribí este apunte. Por lo tanto, la lucha contra el terrorismo no ha terminado. Pasa a otra etapa.

Tercero, el impacto de la muerte de Bin Laden en la ola de cambios en el mundo árabe. Salvo en la fracción AQIM, que es la versión de Al-qaeda que opera en el norte de Africa, no preveo mayores consecuencias con motivo de la muerte de Bin Laden. Solo en la mente de un dictador, como Gadafi, se le ocurre pensar que su gobierno está luchando contra Al-qaeda, cuando en realidad, es el pueblo oprimido que ya no lo acepta en Libia. Por cierto, Gadafi debe verse en el espejo de Bin Laden. La ola de cambios en el mundo árabe es indetenible. Los deseos de libertad y de democracia no los para nadie. Continuaré oportunamente con este tema.

La foto es la portada del New York Post. Al mejor estilo americano.

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