martes, enero 16, 2007

En lugar del miedo

Comparto con ustedes el artículo de opinión del suscrito publicado hoy en el periódico "El Caribe", titulado "En lugar del miedo":

A principios de los años cincuenta del siglo pasado, T.H. Marshall, sociólogo de la London School of Economics, definió el concepto de ciudadanía. Un ciudadano lo es cuando tiene derechos civiles, políticos y económicos: civiles, los derechos para la libertad individual (expresión, pensamiento, propiedad, justicia, etc.); políticos, el derecho a elegir y ser elegido; y económicos, el derecho a la seguridad y a un mínimo de bienestar, a compartir la herencia social y vivir la vida de un ser normal conforme a los estándares predominantes en la sociedad en que se habita.

Cuesta mucho introducir los derechos sociales y económicos al mismo nivel que los políticos y civiles en los índices que definen la calidad democrática de los países. Nadie pone en duda que en América Latina, los ciudadanos sienten que ya no está en peligro su derecho a expresarse, a elegir libremente. Pero, que sin embargo, existen nuevos medios que están emergiendo en nuestras sociedades y que tienen que ver con la forma de cómo somos capaces de insertarnos en un mundo mucho más global, que hace que posibilidades de que un joven acceda a la educación superior, cómo la financia. Es decir, el mundo más globalizado es un mundo que a ratos tiende a hacer más precarias las seguridades de nuestros ciudadanos.

En el caso europeo, la institución que más ha hecho por ampliar los derechos sociales y económicos de los ciudadanos ha sido el Estado de Bienestar. Recuerda Tony Judd en su libro “Postguerra. Una historia de Europa desde 1945”, que el “welfare” fue fruto de la ecléctica combinación de las políticas socialdemócratas y democratacristianas, y que este modelo europeo se había convertido a principios del siglo XXI en paradigma para los países aspirantes a entrar en la Unión Europea “y en un desafío global para los Estados Unidos de América y el competitivo atractivo del estilo de vida americano”.

Ahora que el gobierno dominicano ha concertado un pacto con los sectores empresariales y sindicales de la seguridad social, me parece interesante aprovechar este momentum, para abocarnos a reflexionar sobre el presente y el futuro de la protección social en nuestro país. Porque los dominicanos esperan respuestas claras y explícitas ante inquietudes de hombres y mujeres que quieren tener certezas mínimas en sus vidas cotidianas.

¿Qué quiero decir con esto? Que el gobierno anuncia que el país crece , pero la diferencia está en que algunos miran este crecimiento desde sus privilegios, y otros lo miran desde sus carencias. Entonces, las voces ciudadanas piden, reclaman, preguntan y esperan. Y están en su derecho de hacerlo.

Requieren una sintonía permanente, una búsqueda con sentimientos muy profundos. Hace muchos años, en la década del 40, un diputado laborista inglés, hijo de mineros de Gales, escribió un libro que se llamaba “En lugar del miedo”. Era la sociedad que se quería construir, donde no hubiera miedo a la vejez, al desempleo, a la ignorancia, a quedar enfermo. Claro, él decia: “No hay otro test para medir el progreso que aquel de su impacto sobre los individuos”.

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