martes, abril 10, 2007

1,204 días

Muchos dominicanos nos preguntamos, ¿hay prácticas de buen gobierno en la presente administración? El buen gobierno es el que se preocupa por sus ciudadanos a través de sus políticas públicas, con acción y transparencia. Que tiene coherencia entre su discurso y su plan de gobierno. Han transcurrido 1,204 días desde que el presidente Leonel Fernández tomó posesión el 16 de agosto de 2004, y la mejor forma de contestarnos esta pregunta es releyendo su discurso inaugural.

Una lectura a este discurso, que, en términos legales, sería la declaración jurada de sus obligaciones contraídas a través del pacto suscrito con sus conciudadanos durante las elecciones del 16 de mayo de 2004, por lo que constituye, en esencia, el manual de las buenas prácticas gubernamentales, al establecer los ejes del “gobierno para el progreso”.

Fundamentalmente, su discurso económico estuvo enmarcado en estos temas claves: anunció la reestructuración de la deuda externa; formuló un estricto plan de austeridad que implicaba reducir en no menos de un 20% del gasto del Estado; anunció una nueva reforma fiscal para cumplir con los compromisos internacionales; anunció la solución del déficit cuasi fiscal del Banco Central, con el compromiso de destacados empresarios nacionales e internacionales que depositarían recursos en el Banco Central o en el Banco de Reservas, con cuyos fondos se desmontaría el referido déficit cuasi fiscal; e hizo un llamado claro y contundente a luchar contra la corrupción.

Asimismo, anunció una reestructuración del llamado Gabinete Social para reducir la lucha contra la pobreza; y declaró, de urgencia, la atención a dos temas de interés nacional: el sistema eléctrico y el suministro del gas licuado de petróleo.

Como ciudadano, cuando el presidente Fernández y los voceros oficiales se refieren al crecimiento económico que ha tenido el país, quisiera creer que esto fuera así. Pero, el presidente Fernández y el gobierno no han podido cumplir con el programa de gobierno que le presentó al país para las elecciones de mayo de 2004. Tampoco su discurso del 16 de agosto de 2004 puede ser exhibido, pues no ha podido ejecutar ni una de las medidas económicas anunciadas en el mismo.

La mayoría de los dominicanos así lo siente y lo vive. La realidad le ha golpeado al gobierno en su misma cara. Hoy, los niveles de confianza en el gobierno se han ido desplomando en los sectores claves de la economía nacional, así como en la población. Incluso, en cuanto a la transparencia, son muy pocas instituciones oficiales que pueden exhibir buenas prácticas de gobierno.

Lo que sí hemos visto es una dualidad: No hay coherencia entre el discurso y los hechos. Con esto se debilita la democracia, pues se crean insatisfacciones, escepticismo e incredulidad en el sistema político. Incluso, se alarga la brecha entre el gobierno y el ciudadano. Releer el discurso inaugural constituye una lección sobre el buen gobierno: Sintonizar con la realidad que viven los ciudadanos.

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